domingo, 14 de noviembre de 2010

Reflexiones y Debates I


AbrePuertas

Josefina Garzillo

“El eslogan de la posmodernidad grita que el mundo ya no tiene relato, grita para convencernos de que nuestros relatos ya no cuentan y para legitimar el suyo (…) Cuando el futuro se nos presenta como la reproducción del presente, el mundo ya no tiene relato porque no tiene porvenir (…) La conciencia histórica se debilita porque la historia y la posibilidad de pensar el porvenir desaparecieron juntos. Ni el capitalismo ni la democracia tienen historia. Somos porque somos, tautológicamente”
Ernesto Lamas y Ximena Tordini. En Comunicación Alternativa. La Tribu.

Somos muchos diciendo:
No me alcanza con la palabra mía, con esta pronunciada en singular…
Y esta impotencia de ser uno ya se hace un nudo en el pecho y por eso salimos como muchos, en busca de otros nudos pechos para desanudarnos en la expansión colectiva de las palabras cuando dejan de ser solas.
Salimos todos tras los compañeros que nos apalabren de identidad.
Por haber entendido que ‘solos’ es el sin sentido más absoluto de la historia, porque la omnipotencia de la 'sola unidad' no es otra cosa que la esquirla miseria que produce el vacío.
Y la máquina es gigante y perversa / Y nos cría solos porque así más fácil nos chupa y digiere.
Lo supimos tanto, tanto siempre… pero sucede que la lucha colectiva tan históricamente diezmada nos ha venido a dejar un trago amargo al que le lo han hecho saber a terror. Y contra ese sabor impostado es que estamos librando la lucha, esa que hacemos hablándonos
Primero tímidos,
Despacito y con precaución, sin saber bien qué era eso que nos querríamos decir…
Y a los gritos cuando finalmente la necesidad sepulta a las formas.
La máquina es gigante y perversa, también lo supimos desde siempre, 
antes incluso de poder darle un nombre.
Chupa la idea revolucionaria si sola se presenta,
Las grietas discursiva que en sus capas generemos.
Y hoy, acá, empezamos siendo puñado oponiéndonos a ese exterminio del verbo y el nombre, contra esa boca-sistema hambrienta que quiere que le temamos a las calles,  nos narcoticemos de tv, show y llenemos nuestros ojos con complacencia de descanso dominguero.    

No nos gustan las mordazas.
Repudiamos las políticas, nos arden las culturales. 
Envuelven de cólera, por su innata implicancia sobre lo social.

Mordaza no es sólo la censura explícita, es la complacencia con el estado de cosas, la toma de postura que se esconde en la “no toma de postura”; la –a veces- inocente reproducción de las estructuras hegemónicas que amordazan es también una forma de autosilenciamiento.

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El estado en que están las cosas no es el estado natural de las cosas
En las calles se entrecruzan la urgencia del hambre y la del poder, pasa por el hueco que queda al centro el terror acuciante narcotizado por el aumento de rejas. El apuro por llegar a salvo se flanquea con el de morir más rápido aún, las pastillas de la clase media no calman a los del hambre, la urgencia real no se atiende con píldoras. A los presos simbólicos les gusta beber ese terror que les dice que ellos tienen mucho que perder, a los presos culturales se los persigue por no poseer el bien material que les permita ajustarse a las leyes para las que no fueron consultados. Al escritor, con suerte, lo explota una multinacional, los músicos quieren dejar de pagar el diezmo al mercado para subirse a un escenario y la lista es larga...

En simultáneo gracias al poder del trabajo en grupo y a destajo ocurren maravillosas que nos salvan del abismo: brotan el teatro y la danza, la música profunda y las letras desgarradas, el obrero se cansa del patrón y recupera su fábrica, una feria del libro alternativa se levanta apoyándose sobre sí misma, un grupo se reúne a discutir sobre lo que planean hacer, se levantan centros culturales en ciudades del interior, hasta el momento ganadas por calles vacías y silenciosas, y en la plaza donde los palos reprimieron el hambre hoy se hacen ollas populares.
También las alegrías se forjan en cada esquina, esas luchas refulgurantes cargadas de color y percusión, esas que se crían para compartirse y hacerse eco.
La responsabilidad del decir salta inquieta y demandante sobre los hombros jóvenes. En el recorrido nos acompañan ellos, los que nos cuentan la historia que interpretamos, nuestros padres de oficio y compañeros de lucha y alegría.
Frente a esto, ¿sobre qué vamos a elegir hablar nosotros, el periodismo joven hijo de la democracia?

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“(…) ¿Alcanza con el quiebre?, ¿alcanza con la chispa?, ¿alcanza con espacios de mayores o menores dimensiones en los que se construya el programa que se tiene? (…) ¿tenemos claro dónde reside la posibilidad de cambio de las relaciones de fuerza?, ¿o estamos permanente mirando al pasado en el que todavía era posible pensar en términos radicales y en relación al cuál toda experiencia puede ser acusada de ‘reformista’? (…) Nos enfrentamos por un lado a cierto posibilismo que nos hace decir que ‘esto es todo lo que podemos hacer’, a la certeza de que ‘esto no es todo lo que queremos hacer’ y al hecho de que las ideas siempre son más radicales que nuestras prácticas. A esto nos enfrentamos a la hora de pensar, para actuar, la relación medios/comunicación/cultura”. 
 Ernesto Lamas y Ximena Tordini. En Comunicación Alternativa. La Tribu.

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Invitamos a todo el que ande cargando con estas mismas necesidades e inquietudes a que se sume al proyecto con sus crónicas, poesías, ensayos, coberturas y relatos. Y a los medios hermanos para fortalecer nuestro trabajo en red difundiendo recíprocamente las voces que participan en cada uno.
Pueden escribirnos a abrelatascolectivo@gmail.com
Las voces nunca son las suficientes. 
Nuestro alcance está determinado por la colectivización.

2 comentarios:

  1. Que alegría que me hayas contado sobre esto y ahora poder verlo, leerlo, sentirlo.
    Linda, tomemos unos mates, otra vez. Seamos amigas.

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  2. Cómo que no compañera querida de tanto domingo a pulmón? ¡Ya tenemos fecha!
    Invitadísima a llenar este espacio de tus laburos inmensos

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