jueves, 14 de abril de 2011

Impunidad con nombre y apellido



René Balcedo, dueña del Diario Hoy de La Plata.
No sólo obligó hace dos años a todos sus trabajadores a presentar una renuncia para inscribirse como monotributistas si querían conservar el trabajo, sino que practica este indiscriminado abuso de poder a diario.
En el video se puede escuchar cómo increpa y despide a un periodista. El calibre denigratorio de sus palabras es lo que hoy marca el paso de uno de los medios gráficos de la ciudad.

Si estos son sus medios, otra será nuestra información.

Difundan, copien, distribuyan.

Por una comunicación popular e inclusiva,
por condiciones dignas de trabajo,
contra el despotismo de los que digitan la información

martes, 22 de febrero de 2011

"Lo cierto es que jamás pude dejar de cantar"



 Fotos: Danpeople

Yo no sé a quién he salido / La flor del Tafí / Mi madre no fue cantora
Florece en septiembre y se seca en abril (...) / Pachamama, mamá tierra 
por favor tráenos suerte / que si nos sacan el agua seguro viene la muerte
Voy a cantar una copla no para dar un concierto / sino para reclamar 
fuera mina a cielo abierto / sino para reclamar fuera mina a cielo abierto...

Copla compuesta por Andrea y un grupo de compañeros


Una garganta joven canta desde las entrañas de los cerros de Amaicha. Ella aprieta la caja que marcó la vida de su abuela y que la generación de su madre dejó a un costado. El grito se subvierte frente a la contaminación del agua, por todas esas mujeres privadas del canto por la discriminación, ruge su sangre diaguita por aquella otra abuela del alma que fue asesinada por no callarse las verdades con que oprimen a su pueblo. 

Andrea aprendió a cantar de su abuela, y aunque un halo de timidez la distinga, mamó también su espíritu de lengua eléctrica, como le dicen esos que se inquietan ante sus denuncias. -Cuando llegué a Tucumán Capital descubrí otro mundo, donde la gente cultiva una práctica vocal para cantar, una infinidad de técnicas para estudiar al instrumento y muchos cursos en Buenos Aires que se dedican a enseñar con caja. Eso es maravilloso, pero muy distinto a lo que aprendí, escuchar a mi abuela no tiene comparación. Si bien Andrea es considerada coplera, para ella esa figura original está representada en la fortaleza de esa mujer que ha vivido toda la vida en el campo, con su caja y que sin saber leer ni escribir ha tenido su voz para hilvanar sentimientos en el momento mismo en que golpea los cueros de forma catártica. -Yo viajo y tengo mi papel y lápiz para escribir, pero esa mujer es la que improvisa y arma una rima, una coherencia sin estas posibilidades que yo tengo. Eso es lo más fuerte del canto con caja.

Andrea es la conjunción de la fuerza joven con la furia libertaria que late en la garganta coplera, la tranquilidad inmutable en los ojos y la firmeza de sus certezas, porque así le han enseñado.  Si lo pensás, lo decís. -Me he criado desde chica escuchando coplas, ahora estoy tomando más en serio esta responsabilidad de cantar y lo bueno es que están surgiendo otras chicas que están agarrando la caja para expresarse.
Su madre es artesana, cantó poco y sólo en círculo, con otra gente. -Hacerlo sola la emociona demasiado y por eso dejó de hacerlo, distinto pasa con mis tías que no lo hacen porque no saldrían a cantar en un escenario. Hoy se está difundiendo un poco más, pero en mi familia pasó algo extraño, soy la única de 9 nietos que agarró la caja. 



El Joy Joy es un canto de lamento hondo, mucho más sanguíneo que los folklóricos tradicionales que también sufre de una incomprensión generalizada. Las mujeres que lo mantienen se lucen sólo en los jueves de comadre, que es el festejo que se realiza el primer jueves de carnaval. -Yo no puedo cantarlo todavía, me parece un género demasiado especial como para tomarlo ahora.

XXV - Contra la condescendencia del arte
La copla es un género de la resistencia dentro del folklore, surge de las gargantas fuertes que se sobreponen a la discriminación cuando niñas y adolescentes. -En mí ha sido todo un proceso por el que tuve que pasar hasta llegar hasta acá. De chica siempre subía a cantar con mi abuela y ella me presentaba. Eso es lo que siempre pasa. La abuela un día presenta a su nieta. Así ella se convierte en su compañera, la que retoma y enarbola ese símbolo identitario salteado por una generación. En Andrea se resume la experiencia de muchas jóvenes que al entrar en la adolescencia dejaron la copla igual que sus madres frente al rechazo tajante de sus compañeros. -Me han llegado a decir que mis cantos son cosas de viejos y que yo los hago sólo para hacerlos sentir bien a ellos. No se comparte, no se entiende y ni siquiera se respeta. Fueron muchas las chicas que en esa etapa se alejaron de la caja. Yo misma me dije en un momento que no iba a hacerlo más. 

Mientras por un lado la discriminación atenta contra el género,  se presenta el lucro que posiciona a la coplera como un sujeto turístico, olvidando su matriz cultural. -Eso pasa mucho, se llama a los músicos para que se muestren ante el turista como algo exótico y al mismo tiempo hay una falta importante de espacios donde mostrarse.
Andrea sabe que este no es un momento más, la necesidad por esclarecer la pérdida de una compañera ensalza su lucha. -Este año hemos perdido dos referentes bien importantes, una de ellas fue asesinada. La familia la encontró muerta en su casa. Doña Esperanza Nieva era una mujer que cuando se subía al escenario no tenía problemas en decir las cosas. Hoy me resulta fundamental pararme en un escenario y proclamarme en contra de la explotación minera.
 
Andrea acompañó a Esperanza a aquella marcha de Pueblos Originarios a Buenos Aires. Dos días después de aquel encuentro sería asesinada en Amaicha y la Policía difundiría la infamia de una muerte natural, frente a la evidencia irrefutable de su familia que la encontró golpeada y semidesnuda. -Ella era una líder para nosotros, manejaba mucha información y luchaba activamente por nuestro derecho a las tierras.  Con 20 años sabe de la diferencia entre las causas urgentes, y por eso el presente le duele en todas partes, ella eligió el compromiso al olvido desde mucho tiempo de ese crimen que hoy la impulsa. -Lo cierto es que no he podido dejar de cantar nunca y hoy es una necesidad ante todo.

viernes, 18 de febrero de 2011

6° Feria del Libro Independiente y Autogestiva en La Plata


Vuelven a llenarse las calles de expresiones autogestivas. Música, libros, editoriales independientes, artistas plásticos, fotógrafos, dibujantes, publicaciones, radios y mucha gente que necesita decir y genera los espacios para aunar las voces... Un poco de aire libre entre tanto monopolio mediático-empresario.
Nadie cobra porque no hay patrón ni regulador, el espacio es abierto, quien quiera puede sumarse a las reuniones o poniendo un puesto.

Llega otra FLIA X la Cultura Libre y Pluritaria.
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Esta es la información publicado por su blog: http://flia-laplata.blogspot.com
 
Sábado 2 y Domingo 3 de Abril de 2011 en el centro cultural 'Daniel Omar Favero' (calle 117 esquina 40) en su décimo aniversario.  En la calle, desde el mediodía hasta la noche.

Próxima reunión: Martes 22 de Febrero a las 2o hs. en el Favero, que queda a cuatro cuadras
de la estación de trenes de La Plata

Daniel Omar Favero "Dane", nació en La Plata el 30 de julio de 1957 y fue Desaparecido el 24 de junio de 1977, también en La Plata. Fue escritor, músico y estudiante de letras en la facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata. Creció en un barrio de calle de tierra y zanja, donde sus padres habían construido una familia de cinco y una casa sencilla y de puertas abiertas. Allí conoció a sus primeros amigos, algunos de los cuales serían sus compañeros de la Escuela 8, luego del Colegio Nacional y de la vida. Le faltaban días para cumplir los 20 años cuando lo desaparecieron, en junio de 1977. En el año 1992, se presentó su libro, "Los últimos poemas", editado en una colección de poesía que dirige José Luis Mangieri. Militaba en la Juventud Universitaria Peronista. Vivía con su compañera María Paula Álvarez en un departamento en la calle 57 entre 12 y 13. El 24 de junio de 1977, una comisión policial de la Brigada de Investigaciones comandada por el policía Raúl Orlando Machuca se presentó en el departamento de ellos y los secuestró. Según una testigo, los dos fueron sacados vivos de allí. Machuca había tratado de secuestrar a Daniel previamente; al día de hoy, no se sabe nada sobre su destino.
“Yo no quise salvarme sino del egoísmo. Quise hacer con mis manos una comunidad de vida y esperanza. Quise amar y luchar. Ahora y por siempre. El amor es mi descanso. La lucha, mi salvación. La muerte no es la tumba, ni el mar.”
Del Libro "Últimos poemas" de Daniel Omar Favero
                                                                                                                

viernes, 31 de diciembre de 2010

El hombre que se parece a la historia

Por Florencia Yanniello



La casa es pequeña, casi minúscula. La biblioteca se extiende por toda la pared de la única habitación que hace simultáneamente de dormitorio, de living y de cocina. Las repisas están colmadas de libros y videos de la SegundaGuerra Mundial. Una foto del Che Guevara y una de Neil Diamond adornan la cabecera del desvencijado catre.
En el patio Don Pinto le da de comer a “Charly”, un chimango que apreció con un ala lastimada y fue adoptado como mascota por el dueño de casa. Lo trata como un par, le habla, le da consejos; es su única compañía.
Francisco Pinto López vive en Bariloche desde los años setenta. Recluido en su humilde albergue pasa los días, solitario, melancólico y pensativo. Camina por las calles de tierra ofreciendo sus servicios; es carpintero, aunque cualquier changa le viene bien: cortar el pasto, podar algún árbol, hacer tareas de albañilería. Se da maña para todo.
Ahí va Don Pinto, saludando a la gente del barrio con su pegadiza tonada chilena. Ahí va, con la pala al hombro y las botas de goma, surcando los caminos australes de un país que le abrió las puertas y le cerró los sueños.
Ya pasaron 35 años desde que tuvo que dejar su país natal. El tiempo pasó lentamente, arrastrando recuerdos de su niñez en Chillehue -un humilde pueblo ubicado 120 kilómetrosal sur de Santiago-, de su curiosidad adolescente por el anarquismo, de su militancia obrera durante el gobierno de Allende, de su destierro y exilio en Argentina.
Ahora se refugia en trabajos domiciliarios y aprovecha para contar sus historias a quienes le prestan el oído por un rato. Tiene un humor sarcástico y le gusta mucho hablar.
“Don Alejandro, le cambio las copias de los videos por cortarle el pasto”, le dice a un vecino que se dedica a la producción audiovisual. Siempre le pide que le grabe documentales sobre la Segunda Guerra Mundial, una de sus obsesiones. “Me interesa desde sexto grado, cuando estaba en el colegio industrial se me pegó el tema”, cuenta siempre que lo interrogan sobre su fanatismo. A otro conocido le permuta su trabajo por el mecanografiado de unos manuscritos que aparentan ser una autobiografía. Le lleva con frecuencia las hojas manchadas, con una letra casi ilegible, para que le pase en computadora los fragmentos de una historia de vida cargada de ilusiones rotas y sinsabores, pero contada desde una óptica satírica.
Hace algunos años lloró la muerte de su inseparable compañero Panzer. El perro que llevaba el nombre de un tanque de guerra alemán, era más que una mascota, más bien encarnaba una extensión de Don Pinto. Desde ese momento anda sólo y nostálgico. Lo evoca en cada conversación y lo recuerda como a un amigo. El ave que tiene ahora en el patio no ha podido reemplazar a su aliado canino, con quien compartió los momentos más duros de su vida.
Se traslada de sus trabajos eventuales a su casilla, en donde pasa los días entre el vaho de la ropa sucia y la humedad de las paredes, toma vino en exceso y tiene severas dificultades cardíacas.

Ateo y anarquista
“Tiene cinco minutos para irse o le espera el pelotón del fusilamiento”. La voz proviene de un oficial alto y robusto que está interviniendo la mina “El teniente”. Es 13 de septiembre de 1973, hace dos días el General Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende, dejando huecos los anhelos de un pueblo que celebraba las medidas de un gobierno que había profundizado la reforma agraria, que luchaba por los derechos de los trabajadores y se convertía de a poco en el símbolo nacional del socialismo moderado.
El oficial repite las palabras y señala con su dedo a uno de los obreros de la mina. Lo acusa de ser allendista, lo tilda de subversivo. Francisco Pinto sabe por qué lo busca, sabe que estalló el golpe. Piensa, repasa sus años de adolescencia, cuando se escapaba a la madrugada a pegar con engrudo carteles con la inscripción “Ahora le toca al pueblo”, recuerda que se autoproclamó desde joven ateo y anarquista, sabe que está comprometido, presume el peligro.
Aquí comienza la carrera hacia el exilio. Luego tendrá que escaparse, viajará a Argentina, conocerá gente, pasará hambre, sufrirá el desarraigo. Cruzará la frontera con libros “prohibidos”, llorará la desaparición de compañeros. Se desempeñará como carpintero en San Luís, conseguirá trabajo en una central eléctrica, construirá puentes, será explotado por sus patrones. Sufrirá los abusos de la dictadura argentina, le marcarán con una “equis” su documento y pensará que el golpe argentino fue aún peor que el chileno.
Pero todavía no sabe nada de esto. Está en su puesto de trabajo desde hace 4 horas y un militar lo obliga a retirarse. Pinto cree que debe dejar el país. Y emprende su huida.


El cruce de los Andes
Cruzó la cordillera gracias Alfredo, un amigo que le ofreció llevarlo en auto hasta Mendoza. Cuando pasaron el túnel del Cristo Redentor se encontraron con un cartel que decía: ‘Bienvenido a Mendoza, tierra del sol, de Los Andes eternos y del buen vino’.
“Nos bajamos del auto y Don Alfredo me dio un abrazo y me dijo: ‘bienvenido Pancho, esta es tu nueva patria, esta patria te va a acoger sin preguntarte nada, te va a dar el pan y el trabajo’. Pero bueno, las cosas no salieron tan bien.”, cuenta Don Pinto revolviendo los recuerdos de aquella odisea que hoy parece tan lejana.
El Golpe de Estado de 1976 lo encontró en Mendoza, provincia en la que vivió cuatro años, trabajando en una estación de servicio y en obras de construcción. “Extrañaba mucho mi tierra, el clima, las comidas, el vino, me costaba mucho adaptarme y encima estalló el golpe, ¡cómo abusaban de los pobres!, ahí sí que la sufrimos, imaginate ¡extranjeros y pobres!”, relata mientras alimenta a su mascota.
De Mendoza se fue a San Luís y de ahí a Córdoba, en donde se instaló a trabajar en la construcción de la central atómica “Atucha I”. “Nos tenían prohibido ir al lago que estaba cerca de la central nuclear, andaba siempre un milico con bayoneta controlando que ninguno anduviera por ahí. Una tarde con Maya, uno que era de San Rafael, nos fuimos sin que se dieran cuenta y justo pasaba un avión que tiraba unos bultos al lago. Eran cadáveres, nosotros los vimos”.
“En el sur hay trabajo”, le dijeron. Huyendo de los abusos y en busca de una mejor vida Don Pinto emprendió un camino sin destino definido, pero con rumbo meridional
Así llegó a Bahía Blanca, a través de un anuncio en un diario. Pedían un carpintero y estuvo allí unos meses. Siguió hasta Choele Choel y Piedra del Águila, en donde fue obrero de la central eléctrica Alicurá. “Mi deseo era conocer Ushuaia, así que me fui a Bariloche a juntar unos pesos para poder cumplir mi sueño. Era el año ’83, empecé haciendo portones, y aquí me quedé, en esta misma casa que me prestaron. Sobreviví con changas, haciendo bajo mesadas y placares. El país estaba malo, no había trabajo.”.
Don Pinto mira el cielo y dice que va a llover. Ya es hora de cenar, se va a cocinar un estofado y a dormir temprano porque madruga. “Mañana tengo que hacer una poda de árboles, trabajo por mi cuenta, así me gusta a mí: anárquicamente, sin que nadie me controle ni me joda. Ya me cansé de eso, siempre el que menos sabe trabajar es el jefe”, dice entre risas y se mete en la cabaña.

martes, 21 de diciembre de 2010

Abrelatas urgente / La Argentina Originaria


Genocidios, saqueos y resistencias
Darío Aranda
lavaca editora, 2010
"El genocidio negado, el despojo de tierras, el silencio de los medios de comunicación y las acciones directas de las comunidades indígenas para hacer valer sus derechos. Son los ejes del libro periodístico donde los pueblos originarios dan testimonio del pasado y el presente, de injusticias y de luchas, de formas de vida ancestral que interpelan a las industrias extractivas, y gobiernos, que pretenden sus territorios".


editora@lavaca.org

Màs información:
http://lavaca.org/

lunes, 20 de diciembre de 2010

Por mirar tele




Por Facundo Cottet


Un pie primero, después el otro. Mirada rápida a los costados; atrás el resto de la gente. Delante nada. Entonces avanza, agarra a su mujer de la muñeca con la hija en brazos, lo sigue el otro, el de 5 años.
-Ya está acá nos quedamos.

After office de retiro, corbatas desenredadas y cervezas propias de un verano porteño. El celular le está sonando. Se prende la luz del teléfono una vez, vibra y suena. La vibración hace que la cerveza, la poca que queda, se mueva dentro del vaso;  el aparato grita desesperado y nadie le presta atención. El pulso de la música aturde a las mismas palpitaciones.
Ya es de noche, entonces tiene que saber la hora, mira el teléfono  y encuentra esa llamada perdida. No sabe de dónde viene, la devuelve apretando el botón verde.
-Te estuve llamando, le dicen desde el otro lado.
-Ah eras vos…decime.
-Se complicó, se nos fue de las manos.
-¿Y el jefe lo sabe?
-Me estás jodiendo pelotudo, mirá la tele. ¿Dónde estás?
Y así fue, en búsqueda de la pantalla más cercana, esquivo a unas chicas que ya estaban paradas al lado de sus mesas, y sin nada que identificara su lugar de trabajo. Se acercó a la barra, corrió para atrás el hombro de un pibe que salía de la facultad e intentaba pasar un buen rato con su nueva compañera y miró la pantalla.

El canal de noticias fue directo, y las novedades está vez no eran las mejores.
-¿Qué es lo que quieren?, insinúa curiosear el tipo que es iluminado artificialmente con el micrófono en la mano.
-Ya saben lo que queremos.
En el despacho suena el teléfono, el contestador anuncia una llamada, le deja paso a la voz del otro lado del teléfono, porque para comunicarse con esa línea primero hay que anunciarse frente a la misma máquina, y Ferriken es lo que dice el parlante. Ferriken es el secretario, y el que tiene la noticia.

-Tenemos los fierros, acá hay pibes, están las mujeres de muchos, tenemos los palos, acá somos todos argentinos…
No todos son argentinos, pero estos tipos juegan con eso. En territorio nacional pareciera que lo que corresponde es mostrar algo que proponga argentinismo, no hay lugar para el resto. Y si lo hubiese, el mecanismo siempre lo etiqueta. Entonces somos todos argentinos y punto.
Se despliegan las banderas, aparece una de Argentina otra de Paraguay.

-El problema se da porque la inmigración es incontrolable, en este país no se sabe quién entra, quién se va. Estudian, trabajan y cuando eso no pasa, porque el mercado laboral está saturado, ocurren estas cosas. Nosotros somos víctimas, responsables en parte, sí; pero antes que nada víctimas. Los vecinos no saben qué hacer y nosotros estamos con los vecinos.
Detrás de él corre una imagen gigante, de un tipo que riega el barro con la sangre que le sale de la cabeza, la tierra está ahora ensangrentada y eso argumenta.

-¿Te parece que se nos fue la mano?, yo no sé. Ahora los quiero ver, lindo quilombo le armamos. Estamos en las fiestas, la gente se pone sensible y encima esto, todo pintaba para que cerrar de diez pero ahora, ¿ya pasaron los diez años? Pregunta sonriente y consciente de saber la respuesta, mientras el rechinar de los dientes que cada tanto aparece le juega una mala pasada.

-Está empezando lo que creíamos, acá vamos a tener que llamarlos para que se dejen de joder.
-Pero la cuestión es si se quieren dejar de joder
-Te digo que sí, de esto nos tenemos que ocupar nosotros y  bajarle el tono o se complica en serio
-Ya está complicado, mirá los diarios, prendé la tele.
-Bueno la cuestión vamos a llevarla por este lado, avísale al de medios.

-El problema de fondo acá lo tiene el ingeniero, el ingeniero que no construye, una cosa de locos. A él es claro que no le interesan en absoluto estas personas.
Es cierto, no le interesan, no las concibe en su proyecto, porque los ingenieros  proyectan lo suficiente. Tienen planes, proyectos, maquetas, ideas. Eso hace a un ingeniero y si en un plano inicial no está, difícil es poder agregarlo, eso implica mucha negociación que nadie está dispuesta a dar.

Clara está cansada, tiene los pies mojados desde la mañana, quiso taparse con unas mantas bajo la chapa contra el árbol. Mientras el marido tiraba los hilos para hacerse de su espacio, bajo la llovizna.
Cuando baja la luz y con una tormenta amagando con caer, nadie queda. Es como el dicho de que las ratas le huyen al agua. Pero Clara con sus dos hijos están ahí, como muchos otros.
No alcanzan a poder dormirse y se oye el primer grito a lo lejos
-Pará hijo de puta. Se escucha un tiro, empieza a llorar una nena que aparenta tener cinco años, los ladridos de los perros mezclados con los gritos inundan el silencio, ese que era observado o vigilado por las espesas nubes.

Clara, Luis y sus hijos casi a la rastra salen corriendo, se cruzan al hermano de Clara a los veinte metros de carrera, agarran unas piedras y las tiran para donde antes dormían. Se le suma otro tipo, un albañil al que fuerza no le faltaba. Sin preguntarse cómo tenía una bomba molotov lista.
-Estos atrevidos no van a venir a agitarla acá. Dice defensivamente y arroja la botella encendida por el aire.
Llegan las sirenas, y con un cielo tendido desde un hilo mínimo, a punto de derrumbarse sobre las cabezas, se bajan todos.
Más tiros, la familia que se separa en la corrida y se pierde. Un piedrazo desde el aire le cae a la madre, se arrodilla con la cabeza bañada de rojo, se toca la herida y una linterna la cega, en ese momento se le cierran los ojos.

Al otro día los abre y se ve en la tele. La espera del otro lado de la puerta su familia y un señor trajeado que no para de hablar por teléfono al lado de Luis. El marido está asustado y refugiado en la figura del tipo de corbata. Unos metros a la derecha en la sala de espera hay una pareja mirando el diario, pero Héctor saber quiénes son y porque están ahí; también lo sabe el que encarna el personaje del ángel trajeado. Pero prefiere seguir el juego. Él llegó primero y tiene la mano a su favor sólo por eso. No pasó lo mismo con el hermano de ella ni con la otra familia, ellos fueron de los otros y nadie se enteró de su porvenir final, sólo los que debían.

Clara y su familia terminaron en Catamarca. A la  hora de la merienda de los chicos, cuando vienen de la escuela prenden el televisor que muestra el obelisco, puerto madero y la plaza de mayo. Entonces el hijo más grande, con bigotes de leche le pregunta todos los días al padre de familia cuando van a ir, para conocer la gran capital.
        




sábado, 18 de diciembre de 2010

La Repartija de almas


Por Santiago Portiglia


-“No es por discriminar pero si necesitan casa que se vuelvan a Bolivia. No es porque sean negros de piel, son negros de alma. Además con qué derecho ocupan un espacio que es de todos y encima como premio les dan un plan de vivienda y a mí que pago mis impuestos nadie me da nada. Si quieren venir acá que cumplan las leyes, que paguen los impuestos, que laburen. Se piensan que las cosas se consiguen haciendo quilombo, pero no señor, las cosas se consiguen laburando.”

No sé si esta frase existió tal cual en la realidad, pero los elementos que la componen seguramente fueron escuchados o incluso pronunciados por usted en los últimos días. Podríamos decir que es en rasgos generales lo que Max Weber define como un tipo ideal. Nos detendremos en cada argumento, pues para demostrar la justeza del razonamiento de buena parte de la clase media argentina.

1-      “Si necesitan casa que se vuelvan a Bolivia” razonamiento que implica la concepción de una Argentina para los argentinos. ¿Pero qué somos los argentinos? ¿Qué es la argentinidad? La argentinidad es una construcción histórica que se montó sobre la base de la inmigración, y no como, esperaban sus ideólogos del siglo XIX, de la inmigración técnicamente capacitada de los países anglosajones sino con el aporte fundamental de los “proles” que escaparon del hambre de la Europa pobre. No vinieron los ingenieros ingleses ni los químicos alemanes, sino los gallegos, tanos, turcos, judíos, polacos de profesión buscavida. Argumentará el ciudadano de bien que está bien, que bueno, que nuestros abuelos eran pobres pero que el problema es que estos nuevos inmigrantes son negros, pero ojo, no es que sean negros de piel, son negros de alma. La caracterización toma aquí un carácter surrealista. La humanidad se dividiría entonces de acuerdo a la repartija de almas que a cada uno le toco en suerte en “gente como uno” y “negros”. La conciencia del buen vecino queda entonces en paz, ya no está discriminando sino simplemente haciendo referencia a una verdad metafísica incontrastable. Y sí señora, las cuestiones de fe son así.

2-      “Con qué derecho ocupan el espacio público”, todo bien con que sean negros pero por qué lo tienen que andar mostrando y arruinando el baldío de yuyos altos que decoraba el paisaje cotidiano de la gente de bien. Una cosa es la libertad señora, pero usted sabe muy bien que una muy distinta es el libertinaje. Encima como premio les dan un plan de vivienda que usted paga con sus impuestos. Esto es un viva la pepa. Sin embargo el sistema impositivo argentino tenía prevista la invasión de negros y como barrera diseño el IVA. Este impuesto que es el más alto del país (21%) lo paga el negro al igual que usted señora cuando va al mercadito a comprar un paquete de arroz o medio de picada. Con la diferencia de que por lo ajustado de su situación el negro destina la totalidad de sus ingresos al consumo, es decir que aporta al estado el 21% del total de lo que le ingresa por mes. Mientras usted más ahorra señora, menos paga de IVA en términos porcentuales así que respire, la justicia divina existe y el negro paga más impuestos que usted (un detalle usted paga más que Ricardo Fort, pero bueno, el no es negro y sale en la tele así que el equilibrio universal está garantizado).
3-     Por último “las cosas no se consiguen haciendo quilombo, sino laburando”. Usted señora seguramente tiene vacaciones, trabaja un número determinado de horas, tiene cobertura médica, es decir es una persona como uno. Seguramente también es conciente que esto es así porque su abuelo se mató laburando, y en parte esto también es cierto, pero también es cierto que trajeron los sindicatos y las huelgas, el marxismo y el anarquismo, hicieron quilombo y grande al punto tal que se decretó la ley de residencia para rajar a todos aquellos que no podían fusilar. Por estos pagos corrió sangre de nuestros abuelos para que usted tenga vacaciones y labure ocho horas. Flor de quilomberos los viejos y tan decentes que parecían. Por suerte ahora los patrones son buenos y si uno se esfuerza puede crecer en la empresa y cobrar un cuarto de lo que el cobra. Claro está que usted seguirá trabajando ocho horas y un poco más si es muy olfa y su jefe con suerte pasará un rato a controlar, pero bueno, con suerte usted tendrá algún negro a su cargo, más no se puede pedir, a su jefe en la repartija de almas le tocó la misma que a Ricardo Fort.